martes, 26 de octubre de 2010

Información de prensa por premio Margaret Popkin 2010

... permítanme colocar en este espacio una nota de prensa donde se menciona que la sección "Law & Society" de la "Latin American Studies Association" ha tenido la deferencia en otorgarme el premio Margaret "Maggi" Popkin Prize 2010, por mi libro "Las voces de la justicia. Delito y sociedad en Concepción, 1820-1875". En verdad para mi es un especial honor poder recibir un reconocimiento que lleva el nombre de tan destacada jurista y defensora de los derechos humanos en América Latina. Para quienes no la conocen adjunto un artículo de prensa que habla de su obra cuando ella muere en el 2005.
Referencia al premio en prensa:

miércoles, 13 de octubre de 2010

Liberados!!!...una reflexión breve

A pesar que la industria cultural convierte a los medios de comunicación en un instrumento del rating, a pesar de los cálculos comerciales y políticos, hace pocos segundos atrás hemos presenciado uno de los sucesos que nos hacen retomar la senda de humanidad. Nos hace bien sentirnos humanos. Nos hace bien sentir. Aunque el orgullo de la chilenidad afloró en muchos discursos y que uno se siente bien siendo hijo de esta bella tierra, creo que ello no debe movernos a estridencias patrioteras. El rescate de los mineros no es sólo de Chile, sino que traspasó nuestras fronteras con un mensaje de humanidad. Me gustaron las palabras pronunciadas por los mineros al salir: las de Mario Sepúlveda, quien al referirse a las pésimas condiciones laborales que provocaron el derrumbre, dijo "esto no se puede volver a repetir"; y como no emocionarse cuando el jefe de turno, Luis Urzúa, de manera pausada pero certera repitió la misma idea: "esto no se puede volver a repetir". Este último hombre, quien carga con una historia de dolor pues su padre y luego su padrastro fueron asesinados por la represión de la dictadura militar, sabe lo que dice.
El que este triunfo de humanidad, de esperanza y profesionalismo de tantas voluntades desplegadas se convierta en un triundo social para Chile depende del gobierno, pero también de todos nosotros. Esta experiencia pasa a conformar el capital cultural de nuestra población. No lo echemos a perder ni lo abandonemos como un programa de "reality". El Presidente Sebastián Piñera está anunciando un "Nuevo Trato" en cuanto a la relación con los trabajadores chilenos. Ojalá ello ocurra y no volvamos a quedar "atrapados" en pozos de la historia que nos separen y tensionen.
Me siento orgulloso de ser chileno, pero no con un sentido de superioridad chovinista, sino como parte de un país donde hay gente buena y altruista. Que es capaz de llorar y ocuparse de otros, como esos rescatistas que estaban felices y abrazándose en el fondo de la mina con un cartel en el que se leía: "Misión cumplida", mientras ocupaban el lugar de aquellos que rescataron. Eso no es menor. Pero, junto con sentirme orgulloso de ser chileno, también pienso en Neruda, cuando evocó las sensaciones de estar en Machu Picchu, pues en momentos como estos uno se siente chileno, peruano, boliviano, boricua y habitante del mundo. Que bueno que todo haya terminado bien. Que bueno que el trabajador boliviano Carlos Mamani esté vivo. Que bueno que profesionales de distintos países nos ayudaron con su experiencia y conocimiento a lograr un recate exitoso. Es un triunfo de todos, no sólo de los chilenos.
Por último, espero que podamos capitalizar esta experiencia y que ella no se recuerde como un mero dato anecdótico en el tiempo.

domingo, 10 de octubre de 2010

"Pre-parados": un plagio y una verdad

Estoy sentado en un café en el aeropuerto de la linda ciudad de Toronto (Canadá), esperando el vuelo que me lleve a casa en Chile. Este "no-lugar", según Marc Augé, es dable para pensar. Por ello he querido escribir estas líneas más como un aspecto vivencial (una especie de raconto) que académico. He estado recordando lo vivido durante estos días en esta ciudad, donde incluso fui sorprendido, felizmente sorprendido, con un premio que me ha otorgado la sección "Law & Society de la Latin American Studies Association, por mi libro "Las voces de la justicia". He estado leyendo noticias de Chile, donde el rescate de los mineros es inminente. Tanto allá como acá esta noticia acapara portadas. Pensé escribir acerca de ello, o bien acerca de los ecos del fin de la huelga mapuche (que bueno que nada malo pasó!), incluso hasta del Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa, pero creo que puedo hacerlo después. Otro tema, de manera casi compulsiva, me obliga a picotear el teclado. Mientras respondía algunos correos, entre ellos de alumnos preocupados por su formación, pensaba en un tema tratado por la bloguera Ángeles Mastretta, en el diario "El País" de España, que adjunto.
Ella tituló un comentario de una manera que me parece genial: "Pre-parados". Este encabezado da cuenta de un tema no menor para nuestras sociedades y, en particular, la chilena. Estos días vi mucha gente joven, en su mayoría estudiantes de doctorados o magísteres de universidades prestigiosas, presentando temas donde demostraban capacidad y perspectivas de análisis interesantes. Se nota que le ponían empeño a sus trabajos, lo digo en el sentido de empeñar, dejar parte de uno en su obra. Pensé en mi hijo y mis alumnos. Ahí es donde me viene el desasosiego. Ángeles Mastretta coloca en el tapete el problema de los estudiantes universitarios que estudian carreras en las cuales no pueden encontrar trabajo. Muchos de ellos trabajan subempleados, en diversos oficios, para poder sobrevivir. Algunos hasta deben borrar de sus curriculum los post-grados obtenidos, albergando una esperanza para ser contratados de esa manera. En Chile, nuestro país, un porcentaje altísimo de jóvenes que han obtenido su cartón universitario no encuentra trabajo. Y cuando digo esto lo hago enfatizando el aspecto que ni siquiera puede hacerlo en áreas muy disímiles para los cuales están formados. De ahí el término irónico de "pre-parado" de Mastretta, pues en España el "paro" es la desocupación y cesantía. Se está tornando insufriblemente común el que nuestros alumnos están "pre-parados" cuando estudian en la Universidad. En muchos de ellos esto les provoca un gran desgaste anímico, debiendo darse ánimo para estudiar una carrera de la cual sospechan que no podrán ejercer. Incluso están dispuestos a trabajar en condiciones indignas, con sueldos de miseria, con tal de valerse por sí mismos. Alguien podrá argumentar que todo inicio es así, que con el tiempo la situación va mejorando, pero en el caso de muchos profesionales jóvenes esta posibilidad no existe, pues un empleo de mala calidad se torna generalmente en algo permanente. Esto es ofensivo!!!!....nos atañe a todos como sociedad!!!... No se puede dilatar más el hacernos cargo de esta situación. No podemos dejarlos solos!!!! Algo debemos hacer. Trabajo formando jóvenes profesionales, los veo a diario, a veces aprecio su rabia, su altanería, hay momentos que son derechamente insoportables. Hablan de derechos del consumidor y otros términos que forman parte de una "falsa conciencia", introyectada en ellos (y nosotros) por la sociedad de mercado en la cual estamos insertos. Pero ello no debe llamarnos a error pensando que no nos necesitan, claro que requieren de nuestra participación. Los estamos formando. Han confiado en nosotros. No podemos estar "detrás" de ellos, sino "al frente". No anulando sus capacidades ni potencialidades, sino como quienes tienen más herramientas para ocupar la vanganguardia. Muchas veces como académicos nos consideramos poseedores de capacidad crítica. Bueno, es hora de que lo demostremos. La capacidad subversiva, de la cual Herbert Marcuse nos animaba a desarrollar, no es otra cosa que pensar la sociedad de manera alternativa. No debemos esperar más para darnos cuenta que algo no está bien.
En este escenario las Universidades estamos al debe, pues no hemos sido capaces de dar respuesta al problema de nuestros alumnos. Basta de soluciones simplistas como crear post-grados para quienes no pueden ingresar al mercado laboral y así postergar el problema del desempleo. Otras soluciones que hemos visto en Chile es cerrar ciertas carreras "que no se financian", renunciando a uno de los roles vitales de la universidad: pensar sociedad en la diversidad de las disciplinas y no sólo la diversidad que permite las leyes de la oferta y la demanda. La formación universitaria no puede asistir a la lógica del rating, esto es, agotar el modelo de un programa exitoso hasta el hastío. Debe mantener, pero también actualizar. No podemos seguir verificando que tenemos profesionales "pre-parados" y dar vuelta la cara. ¿Que debemos hacer? Por ahora, hacernos cargo como sociedad de la existencia del problema; en particular, como académicos, ocupando la vanguardia en la denuncia y búsqueda inteligente de soluciones, donde no impere la lógica del mercado. Es un problema que nos impele a asumir el rol ciudadano de la Universidad pero, propongo, no actuar bajo el signo de la ciudadanía de nuestros tiempos: el de una "ciudadanía neoliberal".
Leo esto y suena a populista, créanme no lo hago con ese fin barato. Lo planteo porque soy primero papá y tengo un hijo que adoro y se preocupa por este asunto; y porque soy profesor que siente que el cariño por sus alumnos implica asumir estas responsabilidades. A mi hijo y a mis alumnos les diría lo mismo que Ángeles Mastretta en su artículo: no están solos. No es sólo su problema, sino también es nuestro. Habrá una solución, ya verán. No la logro visualizar, pero confío que en el concierto de voluntades e ingenios tanto de la sociedad civil como de la académica encontraremos la ruta que perdimos en algún momento. Hay que arremangar las camisas y ponerse manos a la obra, todos.