sábado, 15 de agosto de 2009

Gobernabilidad, representatividad y las elecciones del 2009

Las elecciones presidenciales de este año 2009 han sido consideradas por algunos analistas como las más llamativas desde 1989 (ver artículo de David Gallagher, al final). Las últimas encuestas (ej. CERC ) han demostrado que la intención de voto de la población chilena se reparte en tres candidatos considerados "fuertes" (Piñera, Frei y Enríquez-Ominami), los dos últimos con vínculos a partidos y espíritu (al menos, lo que aún le queda de "espíritu" en común) a los partidos de la Concertación de Partidos por la Democracia. Pero, ¿a que Concertación de Partidos por la Democracia? La pregunta parece inoficiosa, sin embargo, el alza en las encuestas de Marco Enríquez-Ominami, donde incluso casi llega a equiparar el apoyo del candidato oficial de la Concertación, Eduardo Frei, da cuenta de una intención de voto que puede reflejar el agotamiento, ante la comunidad, de la propuesta de la tradicional Concertación, objetivada en su candidato. No creo que simplemente sea un voto de castigo -de hecho el altísimo apoyo a la presidente Bachelet manifiesta lo contrario-, sino más bien la búsqueda de nuevas posibilidades de gobierno, quizás una renovación de paradigmas.
El candidato de la derecha, Sebastián Piñera, en general ofrece mantener la senda de ayuda social de la Presidenta Bachelet, con la diferencia que pretende incorporar en los planes de atención social a la clase media y, por supuesto, "hacerlo mejor" que el actual gobierno. Por su parte Marco Enríquez-Ominami, ha encantado (en especial a los jóvenes) con un discurso cercano, ágil, un tanto irreverente (no olvidemos que es uno de los parlamentarios "díscolos"), pero que aún nos mantiene con ciertas incógnitas: una de las que quiero enfatizar ahora, dice relación con los grupos partidarios que lo apoyarían en el Parlamento.
¿Cuál es el Parlamento para un posible gobierno de Enríquez-Ominami? Esta incógnita no deja de extenderse a los demás candidatos, ya que hemos presenciado en los últimos años como lo que parecía un disfuncionamiento del sistema político chileno: los "parlamentarios díscolos", se fue convirtiendo en una práctica, más o menos común, en todas las bancadas.
En síntesis, me parece que estas elecciones hay que considerar con especial cuidado dos frentes de principal relevancia: a) el candidato presidencial, y b) los bloques parlamentarios. Esto que puede pecar de perogrullo no es menor, pues si la población opta por candidatos que no cuenten con un soporte parlamentario se torna más compleja la gobernabilidad. En otras palabras, las elecciones, presidencial y parlamentaria, de este año 2009, puede marcar un nuevo derrotero tanto en la gobernabilidad y la representatividad en nuestro país. Veremos que pasa. No deja de ser muy interesante vivenciar este proceso de cambios sociales y de rutas históricas que deberá decidir la población a través del voto. Dejo con ustedes el texto de David Gallagher que trata aspectos de lo planteado más arriba.

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