Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el "lumpen" se define directamente con una clase social, la clase baja. Y ésta se define por los más desposeídos, los marginales, sin educación, techo y comida. Aquellos que potencialmente, son los enemigos de la sociedad. Son los que saquean, roban y no tienen misericordia de nada ni de nadie. No tienen alma, son des-almados. No entienden de reglas legales, ni sociales. En fin, son los malos. Aquellos de los cuales debemos protegernos.
Una muestra de lo que estoy diciendo se encuentran en quienes robaban y saqueban supermercados en Concepción y otros lugares dañados por el terremoto del 27 de febrero pasado. Hasta aquí el razonamiento es lógico, pero incompleto.
¿Cómo se entiene el robo de aquellos que utilizaban sus camionetas y camiones para traladar varios televisores, pesados refrigeradores y hasta maniquíes? No estamos hablando del pobre que llevaba en sus manos leche y pañales para su hijo, sino el sujeto de clase media o quizás más que media, el que, como me comentaba un señor de un sector acomodado de Concepción, refiriéndose a un conocido que lo increpaba: "De tonto no aprovechas, no tienes porque no quieres".
No estoy haciendo una apología del "pobre", pues la maldad, el egoísmo y la ambición no tiene clase, raza ni sexo. Sólo que entiendo, y hasta justifico, a aquel padre o madre que ante la incapacidad de un Estado para poder controlar una situación crítica y dar bienestar (aunque mínimo) a sus conciudadanos, debió valerse de sus propios medios y convertirse ante la ley en un ladrón. Acción que, por lo demás, ante sus ojos era legítima: la sobrevivivencia de aquellos que debía proteger. Pero, no hablo de ellos. Hablo de quienes, en su mayoría, no sufrieron daños en sus casas ni en sus vidas, pues vimos escenas de poblaciones, sin problemas, donde almacenaban lo saqueado. Vimos gente sana, que en vez de ayudar, perjudicaba a quienes sufrían.
De eso se ha hablado y se seguirá hablando, pues algo nos dice de nuestra sociedad, individualista en extremo y hasta rapaz. El "estado de naturaleza" de T. Hobbes, un "estado de guerra".
Hoy vemos, con espanto, como otros, que no podrían ser clasificados como "lumpen", según la RAE, están haciendo de las suyas. Esos otros, que son recibidos por los gobernantes, premiados en actos, que se vanaglorian de contribuir al país "dándole trabajo a los chilenos"... como si no se beneficiaran del esfuerzo de los trabajadores mal pagados, que con su producto los vuelven millonarios. Otros, que se espantan con la imagen del roto, pobre y malvestido. Que se van a vivir a sitios lejanos de la ciudad, donde ojalá no llegue locomoción, para no mezclarse ni contaminarse visualmente con los pobres, los del "lumpen".
Esos "otros" que ocupan presidencias, como la de la Cámara de la Construcción a nivel regional, como es el caso de Juan Ortigoza, ex presidente de la Cámara Chilena de la Construcción en la región del Bío-Bío, dueño de la inmobiliaria Socovil que edificó "Alto Río", el edificio que cayó y cobró varias vidas humanas. A ellos me refiero. Pues, el pasado 6 de marzo en la notaria de Manuel Bravo de Chillán, el mencionado señor y otros altos empresarios y representantes gremiales del rubro, entre ellos, el actual presidente de la Cámara Chilena de la Construcción de la región del Bío-Bío, Rodrigo Valenzuela, utilizando resquicios legales, dejaban sin patrimonio a la sociedad Socovil para evitar el pago de indemizaciones y así salvar su patrimonio. Esta actitud y conductas se estarían repitiendo en otras ciudades.
¿Qué vamos a hacer? ¿Hasta cuándo se permite que se "limpien" las evidencias de su responsabilidad antes nuestros ojos impotentes?
Me sumo a las palabras de fastidio de Tomás Mosciatti, periodista de radio Bío-Bío y CNN quien, en un video que coloco abajo, nos presenta un análisis muy interesante de lo dicho.
Ya muchos deben responder por las vidas que se perdieron y las casas que cayeron : constructoras; autoridades locales que dieron el visto bueno a las construcciones; autoridades de gobierno y del parlamento, por no hacer leyes que no sólo favorezcan a la empresa, sino también a las personas que han confiado en ellos; a la Onemi, en fin, a muchos que de una u otra manera han estado involucrados en los daños de vida y propiedad sufridos.
Que lo vivido no sea una noticia de fines del verano... lo digo, pues pronto aquellos que siempre niegan el pasado, porque no les coviene recordarlo, le querrán echar "paladas de olvido" a lo ocurrido. Pero les aseguro, las secuelas del dolor y el miedo, presente en todos nosotros, las víctimas de la ambición de unos, no pasarán tan pronto.
Los saqueadores de plasmas y sillones están devolviendo, principalmente por temor al castigo, lo robado; hagamos que "el otro lumpen", el de cuello y corbata y de abultadas chequeras, también pague por sus actos.
Bajar análisis de Tomás Mosciatti en CNN: (Agradezco a mi amigo Marcos González por el envío de esta entrevista)
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